lunes, 30 de junio de 2014

Obtienen polímeros con propiedades ópticas y eléctricas a la carta

Añadiendo nanopartículas semiconductoras a los polímeros, el grupo de investigación “Materiales + Tecnologías” (GMT) de la Escuela Universitaria Politécnica de la UPV/EHU (Donostia-San Sebastián) ha creado materiales compuestos nanoestructurados con propiedades ópticas y eléctricas específicas que varían con el tamaño. Dichas propiedades permiten a los investigadores sintetizar partículas del tamaño correspondiente a las propiedades deseadas, y, agregando dichas partículas a los polímeros, dotar al producto final de una propiedad concreta u otra.

En la Escuela Universitaria Politécnica de Donostia-San Sebastián trabajan con partículas que actúan como puntos cuánticos, concretamente con nanopartículas compuestas de cadmio y selenio. Una de las características de los puntos cuánticos es que las propiedades ópticas y eléctricas de la partícula varían con el tamaño.

En el caso de las partículas compuestas de cadmio y selenio, dicha variación ocurre en nanopartículas inferiores a 10 nanómetros —un nanómetro es igual a la millonésima parte de un milímetro—, y, “por tanto, no es lo mismo tener una nanopartícula de 3 nanómetros o de 6 nanómetros”, explica Haritz Etxeberria, investigador del departamento de Ingeniería Química y del Medio Ambiente de la UPV/EHU y autor de la investigación. Ello permite sintetizar nanopartículas con propiedades muy concretas, y, posteriormente, introduciendo dichas nanopartículas en otros materiales, el investigador puede preparar nuevos materiales compuestos con propiedades preseleccionadas. “A las propiedades intrínsecas de los materiales básicos se les puede añadir otras a través de las nanocargas: nanopartículas, nanoarcillas, fibras… Finalmente, uniendo las propiedades de unos y otros, se obtienen materiales con nuevas propiedades", dice Etxeberria.

Los investigadores buscan en la optoelectrónica, en la biomedicina y en el campo de los paneles solares las aplicaciones para las partículas que funcionan como puntos cuánticos.

El trabajo realizado por Etxeberria ha consistido en sintetizar nanopartículas compuestas de cadmio y selenio, y, después, analizar métodos para insertar dichas nanopartículas en un polímero. El principal reto suele ser, precisamente, dispersar bien las nanopartículas en el polímero; si no se consigue eso, el material compuesto no tendrá las propiedades que se le pueden conferir a través de las nanopartículas. “Las nanopartículas, al ser tan pequeñas, tienden a agregarse. Por tanto, se obtienen grandes aglomerados, que aparecen mezclados en diferentes fases. Pero, al aumentar el tamaño, pierden las propiedades que tienen como nanopartículas”, subraya Etxeberria.

En la primera fase del trabajo de investigación, Etxeberria ha sintetizado nanopartículas de seleniuro de cadmio de diferentes tamaños, y, teniendo en cuenta la importancia que tiene el tamaño en las propiedades de la partícula, ha analizado varios parámetros de síntesis, para optimizar la síntesis de las nanopartículas y obtener nanopartículas de seleniuro de cadmio con el tamaño y las propiedades deseadas.

En la segunda fase, ha analizado metodologías para insertar y dispersar nanopartículas de un tamaño concreto (de entre 3 y 4 nanómetros) en el polímero. Para ello, ha trabajado con un copolímero de bloque compuesto de poliestireno y polibutadieno. “Hemos utilizado copolímeros de bloque, porque permiten obtener fases. Tienen ingredientes inmiscibles entre sí, pero, al estar unidos unos a otros, crean unos ordenamientos de fase a nivel nanométrico, y permiten agregar nanopartículas que tienen afinidad con una fase u otra”, explica Etxeberria.

El objetivo de Etxeberria ha sido dispersar las nanopartículas de seleniuro de cadmio en la fase de poliestireno. Para ello, ha probado diferentes técnicas de funcionalización. La funcionalización significa que a las nanopartículas se les agregan en la superficie moléculas que las convertirán en miscibles con la fase seleccionada, para que se dispersen bien en el polímero. Los mejores resultados se han obtenido a través de la técnica grafting through. “Con la técnica grafting through, las nanopartículas se colocan en el entorno donde tiene lugar la polimerización del estireno. Así, el polímero crece a veces desde la superficie de la nanopartícula, otras partículas quedan atrapadas entre las cadenas de polímeros, y también se crea el polímero libre”, aclara Etxeberria. El resultado es un material que tiene afinidad con el poliestireno, que confiere una dispersión homogénea deseada al mezclarlo con el copolímero de bloque.

Así lo han demostrado las mediciones realizadas con el material compuesto creado: el material compuesto tiene las mismas características ópticas y eléctricas que tenían inicialmente las nanopartículas. En vista de los buenos resultados de la técnica, Etxeberria está ahora trabajando con otros materiales, como la celulosa.

 

 

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sábado, 7 de junio de 2014

¿Cuál es el idioma más antiguo del mundo?

Existen unos seis mil quinientos idiomas en el mundo, algunos más extendidos que otros e incluso, hablados en casi  el mundo, como el Inglés. Pero existe una pregunta que atormenta a los especialistas desde hace siglos: ¿cuál fue el primer idioma hablado por la humanidad? Hay distintas teorías y pruebas que tienen diferentes interpretaciones. Este artículo repasa algunas de ellas para que puedas sacar tus propias conclusiones.

 

La comunicación es una necesidad humana. Piénsalo un segundo: nuestros pensamientos se organizan en palabras y desde el momento en que nacemos, debemos utilizar todo  de sonidos y gestos para que se nos alimente y atienda. Hay quienes dicen que los bebés son capaces de entender cualquier idioma, porque, después de todo, la comunicación es mucho más que palabras.

Lengua  

Según la Biblia, todos los hombres hablaban una misma lengua y empleaban las mismas palabras. Se pusieron de acuerdo para construir una torre que llegara al cielo, pero al ver su obra, Dios se ofendió por el orgullo y la insolencia de sus hijos y decidió confundirlos, cambiando sus lenguas. Ellos ya no pudieron entenderse y acabaron dispersándose por toda la Tierra. Este es el origen bíblico de los diferentes idiomas.

La teoría de la protolengua también sostiene que existió un único idioma, aunque lo explica de manera diferente. Este lenguaje original dataría de entre cien mil y doscientos mil años atrás y ha sido llamado protomundo, proto-humano, o proto-sapiens y es el hipotético ancestro común de todos los idiomas del mundo. Esta hipótesis se denomina monogénesis, es decir, un sólo origen. El primer científico en publicarla fue el lingüista italiano Alfredo Trombetti en 1905.

Los primeros registros

Cuando pensamos en idiomas, o al menos a mí me pasó cuando analizaba cómo enfocar este tema, lo primero que se me vino a la mente fue mi profesora de historia y la escritura sumeria. Los testimonios más antiguos de lenguaje escrito, hasta el momento, son las tabletas de piedra sumerias, encontradas en la Baja Mesopotamia y que datan del año 3.500 antes de Cristo. También hay registros encontrados en China que tienen la misma antigüedad, pero como imaginarán, estas impresiones hechas sobre arcilla, piedra o hueso, son muy posteriores al origen de los primeros idiomas.

Polémica y desacuerdos

La hipótesis de que existe un único idioma a partir del cual nacieron todos los demás es muy cuestionada y de hecho, existe muy poca evidencia a su favor. Para que exista una lengua madre, debió existir un pequeño grupo humano del cual evolucionó el resto de la humanidad, algo que todavía se debate.

Quienes cuestionan la existencia de un único idioma, creen que las lenguas humanas pudieron nacer en varias comunidades independientemente, por lo que las lenguas actuales procederían de diferentes fuentes.

Según esta hipótesis, hubo brotes lingüísticos independientes en cada lugar donde se iban estableciendo humanos sin tener previamente ningún habla. Siguiendo esta lógica, el humano habría dejado África sin idioma y después de establecerse en Oriente Medio, Europa, Asia y América, fueron surgiendo los distintos grupos lingüísticos actuales y extintos.

Entonces, ¿cuál es el primer idioma? Posiblemente nunca lo sabremos. Indagar en su origen es buscar, en parte, el inicio de la propia humanidad.

 

 

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